DIARIO - 13. Ser retraído

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Philadelphia, 6 de Octubre de 2007

Ahora recuerdo que en casa era muy retraído para que mi madre me dejara en paz. No, no para que me dejara en paz, sino porque no me dejaba en paz. Retraerme era la forma para mí de "encontrar" un espacio mío, en el que no me molestara.

El abuso también me hizo retraído, especialmente durante el baño.

Recuerdo que, a veces, me tocaba el culo, incluso en la calle.

Un día, en El Corte Inglés, un tío se paseó por delante de mí varias veces y cada vez me frotaba la bragueta, hasta que se puso a mi lado y me ofreció 200 pesetas si le dejaba chupármela. Era en la sección de música, donde iba con Sisquella por las mañanas para escuchar los discos que ponían. Aquel día yo estaba solo. El tío me siguió hasta el metro, en la estación de Plaza Cataluña, hasta abajo, en el andén. 

No dije nada en casa.

Otro día, en la calle, un borracho, con la excusa de preguntarme dónde estaba el Paseo de Gracia, me empezó a tocar el culo mientras me decía que para qué necesitaba una puta si yo podía besar igual. Yo solo le repetía que se fuera al Paseo de Gracia y me dejara en paz, mientras intentaba atraparme contra la pared.

La primera mujer con la que tuve sexo y un orgasmo tenía cuarenta y seis años, la misma edad que tenía mi madre.

¡Qué desastre!

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