Los niños abusados no se lo inventan.
Hay un intento de inyectar en el consciente colectivo la creencia de que cuando una niña explica algo como "papá me dice que le toque ahí", o cuando un niño explica "mamá me toca ahí", esa niña y ese niño se están inventando lo que dicen.
Los niños abusados no se pueden inventar esas cosas que explican sencillamente porque no forman parte de su vida a no ser que alguien las introduzca a la fuerza en ella. No están en su radar mental ni emocional. Es así de sencillo y de claro y, por eso, cuando se llega a determinadas instancias, esta realidad se distorsiona y manipula tanto como sea necesario para invalidar a esos niños como portadores de la verdad de lo que ocurr en sus vidas.
Esta estrategia encaja perfectamente en los intereses de la extendidísima "cultura" pedófila que impregna todas las instituciones políticas, económicas y religiosas que conocemos, porque refuerza el discurso centrado en la idea de que los menores tienen plena capacidad de discernimiento por sí mismos, incluso en situaciones extremas, en todo lo referente al sexo.
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