Si alguien te lo cuenta
Si las estadísticas "oficiales" son ciertas, matemáticamente es casi imposible que conozcas a alguien que haya sufrido abusos sexuales durante su infancia, hombre, mujer, o ambos. Eso es así si nos basamos en las estadísticas "oficiales" que, sospechosamente para mí, presentan resultados muy similares año tras año. Pero si nos basamos en estimaciones de lo que podrían ser las estadísticas reales, imposibles de cuantificar con precisión por el número indeterminado de casos de abuso sexual de los que nunca se dice nada,entonces con seguridad conoces a alguien que ha sufrido abusos sexuales en la niñez.
Pero que conozcas a alguien que haya pasado por esa vivencia no significa que lo sepas ni que sepas quién es o quiénes son. De hecho, es muy probable que sea así. En un cierto número de casos imposible de cuantificar, además, ni siquiera esa persona que, sin duda, conoces, recuerda haber pasado por esa vivencia. Pero el trauma resultante lo tiene grabado en su interior y en su cuerpo.
Nunca sabes cuál puede ser el momento en que alguien decida contarte algo de lo que vivió. Tal vez ese momento no llegue nunca para ti. Pero si estás aquí, leyendo esto, es porque ya sabes a quién conoces, o sabes que conoces a alguien, aunque aún no sepas quién es, o quieres saber más para comprender. Y si te estás preparando para comprender, es porque te estás preparando para saber a quién conoces, aunque tú no te des cuenta todavía.
En cualquier caso, creo que es importante que seas consciente de que saber que alguien a quien conoces ha pasado por este tipo de experiencia traumática puede ser difícil de digerir para ti. Si, además, conoces también a la persona que cometió los abusos, aún más. Y si es un familiar, el reto que se te presenta puede llegar a ser muy complicado.
Es probable que tu reacción inicial sea una que te sirva para protegerte a ti del tremendo malestar y de la durísima disonancia que se van a despertar en ti. Y esa reacción puede ser fuente de dolor añadido para la persona que te confía su historia. Por eso, es importante que te informes, que mires dentro de ti, que te acostumbres a prestar atención a tus estados internos: pensamientos, emociones, reacciones.
Para protegerte, tus mecanismos de defensa pueden llevarte, por ejemplo, a no creer lo que te cuentan, independientemente del afecto o aprecio que sientas por la persona que te lo cuenta. Es posible también que llegues incluso a enfadarte con ella: eso es una reacción de autoprotección ante lo que ya sabes que va a ser un impacto imborrable en ti provocado por lo que la persona te cuenta. He conocido casos en los que, yendo aún más lejos, la persona que escucha la historia de abusos se aleja, temporal o definitivamente, de la que comparte su historia con ella.
El malestar es perfectamente comprensible, y es una muestra de que el impacto del abuso sexual en la infancia se extiende muchísimo más allá del momento en el que se produce y de las personas directamente implicadas en él. Al mismo tiempo, es necesario que tú también vayas más allá de tu malestar por lo que estás escuchando, e intentes empatizar con el malestar de quien ha vivido lo que tú solo estás escuchando. Sentir la diferencia entre sentir malestar y empatizar te ayudará a poner cada cosa en su sitio.
Si una persona cercana te cuenta que sufrió abusos sexuales durante la infancia y tú te enfadas, o la rechazas, o te apartas de ella, hazte la siguiente pregunta: ¿qué te dices que esa persona te ha hecho? ¿en qué consiste su ofensa hacia ti?
El hecho de que no seas capaz de responder a ninguna de las dos preguntas te ayudará enormemente a darte cuenta de qué es lo que de verdad está ocurriendo entre tú y esa otra persona. Llegados a este punto, puedes hacerte la siguiente pregunta para comprenderte mejor a ti mismo en la situación:
¿en qué sientes que va a cambiar tu vida de inmediato al oír esa historia de abusos?
Esa es la clave.
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